4/10/07

Ernesto Guevara: Apóstol de la Violencia


por Pedro Corzo
Capítulo 3º del Libro "Cuba: Perfiles del Poder"


"No soy Cristo ni un filántropo, soy todo lo contrario de un Cristo"
Ché


No comprendemos cómo en un período histórico en el que la violencia se ha convertido en algo más que detestable existan "pacifistas" que elaboren apologías de Ernesto Guevara, un individuo que independientemente de doctrinas e ideologías fue uno de los teóricos más consecuentes que tuvo la violencia como práctica política, en una de las etapas mas convulsas de Nuestra América en el pasado siglo XX.
Su identificación con una de las personalidades más despiadadas de la historia moderna, la hace notar en una carta que dirige desde Costa Rica a su tía Beatriz el 10 de diciembre de 1953: "En El Paso tuve la oportunidad de pasar por los dominios de la United Fruit convenciéndome una vez más de lo terrible que son esos pulpos capitalistas. He jurado ante una estampa del viejo y llorado camarada Stalin, no descansar hasta ver aniquilados estos pulpos capitalistas."[1]
El individuo que algunos pretenden presentar como un ser justiciero y de profundo espíritu cristiano, le escribió una carta a su madre, el 15 de julio de 1956 desde una prisión mejicana, "No soy Cristo ni un filántropo, soy todo lo contrario de un Cristo. Lucho por las cosas en las que creo con todas las armas de que dispongo y trato de dejar muerto al otro para que no me claven en ninguna cruz o en ninguna otra cosa".[2]
Miguel Sánchez, "El Coreano"[3], uno de los que entrenó a los expedicionarios del Granma, conoció a Ernesto Guevara en México. Refiere que Guevara era una persona aislada, poco sociable y que le llamaba la atención su crueldad con los animales. Cuenta que atrapaba gatas embarazadas para hacer experimentos médicos y que cuando terminaba con los felinos los introducía en un saco que lanzaba violentamente contra el piso. No solo los gatos tenían problemas con Guevara, en la Sierra Maestra le dijo a uno de sus subalternos, "Félix, ese perro no da un aullido más, tú te encargaras de hacerlo. Ahórcalo. No puede volver a ladrar"[4].
Otro ejemplo de su carácter violento y en cierto sentido sádico, se aprecia en una carta que dirigió a su primera esposa Hilda Gadea, que se encontraba en Lima, Perú. Escribe el 28 de enero de 1957, "Querida vieja: Aquí en la selva cubana, vivo y sediento de sangre, escribo estas ardientes líneas inspiradas en Martí. Como un soldado de verdad, al menos estoy sucio y harapiento, escribo esta carta sobre un plato de hojalata, con un arma a mi lado y algo nuevo, un cigarro en la boca" [5].
Esta sed no demoró en saciarla. Según expone Anderson en su libro "Ché", varias fuentes cubanas describieron cómo asesinó a Eutimio Guerra, un supuesto delator. Refiere Anderson: "El Ché se adelantó para matar a Eutimio cuando resultó evidente que nadie tomaría la iniciativa. Esto al parecer incluye a Fidel, que tras la orden de matar a Eutimio sin indicar quien debía cumplirla, se alejó para guarecerse de la lluvia"[6]
El asesinato de Eutimio Guerra fue presenciado por el Comandante del ejército rebelde Jaime Costa quien refiere que Guevara gritó, "si no lo hacen ustedes, lo hago yo" disparándole de inmediato al prisionero. Afirma Costa que fue en esa ocasión cuando Guevara profirió la frase "ante la duda, mátalo".[7] Continúa Acosta diciendo que los fusilamientos sin juicio que tuvieron lugar en la ciudad de Santa Clara, los primeros días de enero de 1959, fueron decisión de Ernesto Guevara y no de Ramiro Valdés como afirman algunos investigadores.
Al crimen sumaba la crueldad, cuenta en su libro Pasajes de la Guerra Revolucionaria, que habían procesado y ejecutado a dos individuos que habían cometido varios asesinatos en la Sierra pero que después simuló la ejecución de otros tres que habían tenido un menor grado de responsabilidad. La experiencia que debió haber sido extremadamente traumática, es descrita por Guevara con la frialdad de un forense, "Luego se realizó el fusilamiento simbólico de tres de los muchachos que estaban mas unidos a las tropelías del chino Chang pero a los que Fidel consideró que debía dársele una oportunidad; los tres fueron vendados y sujetos al rigor de un simulacro de fusilamiento; cuando después de los disparos al aire se encontraron los tres con que estaban vivos, uno de ellos me dio la mas extraña espontánea demostración de júbilo y reconocimiento en forma de un sonoro beso, como si estuviera frente a su padre".[8]
Esta práctica se repitió numerosas veces después del triunfo de la insurrección, junto a personas que eran fusiladas se colocaban otras con las que se simulaba la ejecución con el propósito de que se convirtieran en delatores.
La disciplina que imponía entre sus hombres era inflexible y cruenta. Su falta de sensibilidad y misericordia se aprecia en un relato de su libro "Pasajes"[9], en el que describe con orgullo cómo encontró moribundo a un combatiente rebelde, que cumpliendo órdenes suyas fue enviado desarmado a la primera línea del frente, para adquirir un fusil, ya que le había castigado quitándole el suyo porque se había quedado dormido en una guardia. Esto ocurrió durante los enfrentamientos que tuvieron lugar en la ciudad de Santa Clara.
Su conducta con los militares del antiguo régimen fue todavía más cruel, procedió a ejecuciones sin procesos judiciales y sin garantías procesales. Afirma Jaime Costa que el responsable de las primeras ejecuciones en la ciudad de Santa Clara fue Guevara y no Ramiro Valdés. [10]
La Cabaña, su primer mando después del triunfo insurreccional, fue el bastión militar donde más ex militares y colaboradores de la dictadura derrocada fueron ejecutados. Según la periodista Hart Phillips, de New York Times, unos "400 en 1os dos primeros meses"; y testimonios del periodista Tetlon del London Daily Telegraph "en ocasiones funcionaban cuatro tribunales simultáneamente, sin abogados ni testigos de descargos, llegando a juzgarse, contemplando la pena capital, hasta 80 personas en juicios colectivos". Relata que él (Guevara) ordenó personalmente, entre otras, la ejecución del teniente José Castaño Quevedo, cuyo único crimen fue ocupar la dirección del Buró para la Represión de Actividades Comunistas -BRAC-, ya que en el proceso no se efectuaron demandas contra el teniente.
A pesar de las numerosas afirmaciones e investigaciones que concluyen que en La Cabaña fueron ejecutados varios cientos de personas, decenas bajo la responsabilidad del propio Guevara, el ex sacerdote Javier Arzuaga, párroco de Casablanca de la Orden de San Francisco y que asistió espiritualmente a muchos de los fusilados refiere en su libro “Cuba 1959: La Galera de la Muerte” que, “no hubo mas de cincuenta y cinco fusilamientos en La Cabaña” entre enero y junio de 1959.[11] Según Arzuaga, que sostuvo con Guevara varias entrevistas, el comandante era un hombre incisivo que desde el primer encuentro le afirmó que en sus predios, La Cabaña, era el único que daba formación política, religiosa e ideológica a sus soldados y que afirmó que habían usado a los capellanes en la Sierra Maestra por que los necesitaban, pero que en ese momento no era así, a la vez que le advirtió que había mucho que juzgar y hacer pagar y que para eso habría un paredón.
El ex sacerdote, que evidentemente sentía algún tipo de admiración por Guevara y el proceso revolucionario, un sentimiento muy normal en la época, lo describe como un individuo de muchas facetas. Según refiere el primero era un idealista radical que estaba dispuesto a transformarlo todo o eliminarlo según el caso; “el otro, un Ché obsesionado por la justicia igualitaria que sin el menor reparo y sin preocuparse en absoluto por los efectos colaterales y las consecuencias ultimas, irá aniquilando hasta reducirlo a polvo, cuanto se le cruce en el camino, y por la justicia ejemplarizante en cuyo ejercicio la crueldad será un mal menor imprescindible”[12] y el tercero un individuo que solo le pedía a alguien que hiciera lo que él también estaba dispuesto a hacer.
Cuenta que las vistas de revisión de causa siempre eran presididas por Ernesto Guevara y que terminaban a veces con algo más que una ratificación de la pena de muerte sino que le agregaba, la “ejecución tendrá lugar esta noche”.
El padre Arzuaga, un hombre muy compasivo, trató de ayudar en la medida de lo posible a las personas que iba a ser ejecutadas y en su libro hay relatos realmente fuertes, pero sin dudas, el que mejor expone la naturaleza violenta y despiadada de Guevara fue el caso de Ariel Lima. Cuenta que intercedió en favor de Lima, 21 años, que había sido condenado a muerte y que Guevara le dijo que esos eran asuntos que decidía el tribunal de Apelación. Afirma que presenció la revisión de sentencia que sólo dura media hora con el agregado de que fuera ejecutado esa misma noche, que terminada la sesión Guevara caminaba por la calle empedrada cuando una mujer corrió y se postró ante él, era la madre de Ariel Lima, el “Che la bordeó y una vez al otro lado le dijo: `señora le recomiendo que hablé con el padre Javier que dicen que es un maestro consolando´. Y dirigiéndose a mi, entre mandón y burlón: Es suya”. Concluye el ex sacerdote escribiendo “esa noche odié al Che”[13].
Guevara era vengativo, no olvidaba las ofensas pero solo las cobraba cuando estaba seguro de ganarlas sin consecuencias. Varios oficiales del ejército rebelde certifican las diferencias entre los comandantes Guevara y Jesús Carrera. El comandante Carrera enfrentó a Guevara cuando éste llegó al Escambray, la discusión fue muy fuerte, Carreras lo retó y Guevara adujo que entre revolucionarios no había que pelear. Después del triunfo de la insurrección, Carreras fue acosado por más de dos años hasta que fue involucrado en la conspiración del también comandante William Morgan y ejecutados los dos. Los comandantes Lázaro Asensio y Armando Fleites [14]están convencidos que Guevara fue quien ordenó la ejecución de su compañero Jesús Carreras.
Como reseña interesante, puede destacarse que en 1959, Guevara creó una fuerza subversiva en Bolivia a través del embajador cubano en La Paz, José Tabares del Real. Este esfuerzo desestabilizador se extendió hasta junio de 1961 y se desarrolló contra el gobierno democrático de un político de fuerte aval revolucionario, Hernán Siles Suaso.
Más tarde intentó organizar una revolución en Argentina para la que se alió con elementos peronistas. Este brote abortó cuando las autoridades argentinas descubrieron dos escuelas de guerrilleros y detuvieron a un instructor militar cubano, José Ramón Alejandro. Posteriormente las autoridades bonaerenses presentaron documentos que mostraban que la Embajada de Cuba en Buenos Aires era un centro subversivo que dirigía Guevara desde La Habana.
Años después, a través de Jorge Ricardo Massetti, fundador de Prensa Latina, organizó una fuerza guerrillera identificada como Ejército Guerrillero del Pueblo, que según algunos analistas incurrió en los errores tácticos que el "Ché" repetiría, en Bolivia. Junto a Massetti, muerto en el Chaco argentino, el Ché moriría en el Chaco boliviano, cayeron dos oficiales del ejército cubano que habían sido hombres de confianza de Guevara: Hermes Peña Torre y Raúl Dávila.
No cabe duda de que Ernesto Guevara poseía una inmerecida reputación en los aspectos teórico y práctico en la guerra de guerrillas, que Castro no tenía. Fue uno de los propiciadores de la Conferencia Tricontinental de La Habana a principios de 1966, que sería, según sus planes, el vector para las Revoluciones que convulsionarían América, Asia y África.
Sus frecuentes y largos viajes por el extranjero en los que profería incendiarios discursos revolucionarios lo fueron convirtiendo en una especie de vocero de la Revolución Mundial y sus contactos directos con Ben Bella, Gamal Abdel Nasser, Sekou Toure, Josehf "Tito" Broz, Ahmed Sukarno y las cúpulas del poder en la República Popular China y Viet Nam, acrecentaban su prestigio de individuo comprometido con cambios políticos radicales.
Una anécdota que cuenta Carlos Franqui[15] en su libro, “Cuba, La Revolución, Mito o Realidad”, refleja hasta qué punto Guevara creía en las medidas extremas como índice del progreso del proyecto que defendía. Refiere Franqui que durante una visita a la República Árabe Unida, Egipto y Siria, Guevara le preguntó al gobernante Gamal Abdel Nasser que cuántas personas habían abandonado el país después del triunfo de su Revolución, a lo que el líder egipcio contestó, "Muy pocas", a lo que el guerrillero contestó, "Eso significa que en su revolución no ha ocurrido gran cosa, yo mido la profundidad de una transformación social por el número de gente afectada por ella y que piensa que no tienen cabida en la nueva sociedad".
Sin embargo este hombre, que mataría y moriría por sus convicciones, asume durante su juventud una conducta inexplicable. Nunca participó activamente contra los movimientos fascistas y antijudíos que existían en Argentina, ni tampoco se vinculó a los que combatían directamente la dictadura de Juan Domingo Perón.
A pesar de su condición de miembro de la Federación Universitaria de Buenos Aires, organismo dirigido por socialistas y comunistas, no hace vida militante ni se le conocen artículos o discursos en los que exponga sus opiniones sobre los problemas que enfrentaba su país en aquellos días. En una palabra, no se le conocen acciones en contra de los actos de fuerza del gobierno de Juan Domingo Perón.
Los primeros meses de 1965, Guevara visita varios países africanos entre ellos Argelia, Mali y la República del Congo, Brazzaville, y le ofrece a Massemba Debat su apoyo en la formación y preparación de las fuerzas guerrilleras que se estaban formando en ese país para atacar al antiguo Congo Belga, que estaba bajo la dirección de José Mobutu. La propuesta de Guevara es aceptada, situación que pone de inmediato en conocimiento de Fidel Castro, quien sin dudarlo le facilita los medios y recursos necesarios. En este viaje también le ofrece ayuda al movimiento independentista angoleño que dirige Agostinho Neto[16].
Para Castro y el "Ché" esta colaboración se enmarca perfectamente en sus proyectos de desestabilización y subversión, que a su vez era una herramienta más para aumentar el protagonismo político y la hegemonía de la Revolución y sus líderes.
La cruenta guerra africana se acentúa con la partida de Guevara para el país africano con un contingente de 125 guerrilleros, perfectamente entrenados y mejor armados, todos veteranos de la lucha insurreccional contra el régimen de Fulgencio Batista. Según Jorge Risquet, miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, los internacionalistas cubanos en el Congo solo perdieron seis hombres, sin dar detalles de cuantos guerrilleros africanos murieron bajo el comando de Ernesto Guevara.
Las fuerzas cubanas llegaron a Kinshasa después de atravesar el lago Tanganica, seis meses más tarde, diciembre del 65, Guevara regresa a La Habana con el resto de su contingente, decepcionado de las guerrillas congolesas. De todas sus fracasadas acciones bélicas la menos conocida es la del Congo. En ese país africano cometió errores tácticos y estratégicos, que repetiría una vez más en Bolivia.
Pero bien, para aseverar su apostolado de violencia reproduzcamos algunos de sus planteamientos:
A) Durante su intervención en la Asamblea General de Naciones Unidas el 11 de diciembre de 1964, expresó:
"Nosotros tenemos que decir aquí lo que es una verdad conocida, que la hemos expresado siempre ante el mundo: fusilamientos, sí, hemos fusilado, fusilamos y seguiremos fusilando mientras sea necesario. Nuestra lucha es una lucha a muerte. Nosotros sabemos cual sería el resultado de una batalla perdida y también tienen que saber los gusanos cuál es el resultado de la batalla perdida hoy en Cuba"[17]
B) "El camino pacífico está eliminado y la violencia es inevitable. Para lograr regímenes socialistas habrán de correr ríos de sangre y debe continuarse la ruta de la liberación, aunque sea a costa de millones de víctimas atómicas"[18].
C)"El odio como factor de lucha; el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones naturales del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar. Nuestros soldados tienen que ser así; un pueblo sin odio no puede triunfar sobre un enemigo brutal. Hay que llevar la guerra hasta donde el enemigo la lleve: a su casa, a sus lugares de diversión; hacerla total. Hay que impedirle tener un minuto de tranquilidad, un minuto de sosiego fuera de sus cuarteles, y aún dentro de los mismos: atacarlo donde quiera que se encuentre; hacerlo sentir una fiera acosada por cada lugar que transite. Entonces su moral irá decayendo. Se hará más bestial todavía, pero se notarán los signos del decaimiento que asoma"[19].

[1] “Ché”, Jon Lee Anderson. EMECE Editores. Barcelona.1997
[2] Jon Lee Anderson, Op. Cit.
[3] Testimonio para el documental "Guevara, Anatomía de un Mito".
[4] Ernesto Che Guevara. Pasajes de la Guerra Revolucionaria. pp. 165.Editorial Txalapart.1997.
[5] Carta de Ernesto Guevara a su esposa Hilda Gadea. Jon Lee Anderson. Op. Cit
[6] Jon Lee Anderson, op. cit.
[7] Jaime Costa, comandante del ER. , expedicionario del Grama y atacante al cuartel Moncada. Testimonio para el documental "Guevara, Anatomía de un Mito".
[8 Ernesto Che Guevara, “Pasajes de la Guerra Revolucionaria” pp.-157.
[9] Idem pp.-248.
[10] Jaime Costa. Testimonio para el documental "Guevara, Anatomía de un Mito".
[11] "Cuba, 1959:La Galera de la Muerte", Javier Arzuaga. Editorial Carta de Cuba. Miami -2006
[12] Idem
[13] Idem.
[14] Comandantes del Segundo Frente del Escambray. Testimonio en el documental "Guevara, Anatomía de un Mito.
[15] Carlos Franqui. Periodista. Alzado en la Sierra Maestra. Próximo a Fidel Castro. Disfrutó de la confianza del régimen por varios años. Dirigió el periódico “Revolución”, hasta 1963.
[16] Jon Lee Anderson, op. cit. pp540
[17] Esta grabación se encuentra en los archivos de la Organización de Naciones Unidas y fue reproducida en el documental, Guevara, Anatomía de un Mito.
[18] Táctica y Estrategia de la Revoluci6n Cubana. Revista Verde Olivo Prensa Latina 8-10-68. Distribuido por Prensa Latina, numero 3054.
[19] “Crear dos, tres... muchos Viet Nam... es la consigna”.Revista Tricontinental, 16-4-67, órgano de la Tricontinental de Solidaridad, OSPAAAL